Subrealismo

Atemporalidad de una única forma de servirse de la comunicación. Una única vía de decir . Haciendo.

miércoles, 2 de abril de 2014

De Abedules, Apfelwein y otros directores



Hace poco leía que había escrito hace unos años un poco más al norte de Europa, que tú, literatura, eras como un antiguo primer amor, con el cual permanecía en un contacto intermitente y liviano, jamás podría olvidarte, y siempre llevaría una parte de ti allí a donde quiera que vaya. 

Viendo, frente a mi ventana, cómo,  sin ningún respeto a la veteranía de la nostalgia y su procedimiento y ciclo,  caen sobre un suelo de vivencias tan intensas en belleza y arraigadas en promesas de amor eterno, las hojas de un abedul confundido por no tener invierno en el jardín  frente a mi WG, aquí en la caótica y ruidosa irrealidad de “Mainhattan” frente a la estación de West, en un domingo cualquiera. Y pongo la música que me hizo ser parte de ti, a lado de todos los cachivaches impregnados de soledad : el libro, la estantería, la carta y algún otro mueble prestado,  de mi pequeño lugar en alguna parte de Europa central , donde me encuentre ahora, y , decido volver a verme con esas ganas de escribir y tentar a la metáfora  de hablar de lo que está prohibido decir.

Aprendo en  lección , de dificultad en problema,  que el transcurso escribe   sobre el libreto  que haz de desempeñar en lo que te exige el guión de cada momento – resto de actores en este Theaterstück , en cada año que expone  David Fincher - y te recuerdo. Miro y sigue allí, el abedul.

Cada paso, cada sensación, cada  sentimiento y su ciclo, cada  duda que se rompía en un beso. Intentando cegar la comprensión con  Golemman  “ Tú y tus putos libros no entienden nada del amor “ gritabas mientras el portazo de la puerta presionaba más los temores que se amontonaban sobre el sofá donde nunca me senté a explicarte mis porqués.  Y sólo sonreía. Cómo ahora al rememorar mi acuerdo de no agresión que firmé  con la nostalgia de no tenerte. Nos respetamos mucho. Muchísimo.





Es cierto. Hay momentos que sentir, y dejar caer las hojas del abedul que se trasluce tras la ventana del WG  un domingo tras el jardín de Schlossstr.  , es el mejor remedio, la mejor cura, la vía natural, entre soledad y esas  viejas canciones que me viajan  al lado más seguro de ti. Sin complicaciones que deban ser explicadas. Detenerse y saborear el olor del café mientras en paz, esperas haber dado todo lo que pudiste y tenías por dar. Y vencerte, pero de  triunfos en todo este tiempo, que ganó y está hecho de valías  que se enfrentaron a  lo imposible yendo con la confianza y la verdad como única credencial en mi  Lebenslauf. ILD, deswegen werde ich Deutsch gelernt. ¿?


Frankfurt no espera. No se detiene. Algún día puede que se quede sin Verkehrsmittel pero como las nubes que arropan su cielo, y su tiempo entre dos o tres paradas,  sigue y hasta se salta las estaciones y te deja sin invierno , confundiendo abedules y otros como yo. Continua, como el reloj inverso de  David Fincher, el retumbar del bombo : "Lake House" – Where we are, where we are?


Ayer,  que conocí a la Cuadrilla de Burdeaux, la Ley de las mujeres detrás de Rin, y una interesante geógrafa, también acepté permanecer en  un contacto intermitente que jamás podré olvidar y siempre llevaré una parte de ti conmigo. Como hago con la literatura. Sobre todo si siempre que se me preguntan por qué intento hablar   alemán es a ti a quien explico – Warum sind Sie  hier in Deutschland ? 

¡El abedul, a quien siguen desvistiendo, hace  bajo sus pies una alfombra de vivencias llenas de promesas y hojas secas! Las nubes ,  golpeándose contra  los edificios en Frankfurt   y el olor del café sobre la mesa, me recuerda que si dejas pasar el tiempo, casi todo puede llegar a enfriarse. Todo menos aquello que dejaste en mi.

Quizás quede poco para despedirme del Apfelwein , Leipzigerstr.  y Main.  No me queda más que sonreír. Weiter wir machen.

A 23 de Marzo del 2014. Frankfurt am Main.